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Vueltas

Hace media hora estoy sentada con la página en blanco, escribiendo y borrando, sin saber bien cómo decir lo que siento (las mismas vueltas que di todos estos días, queriendo hacer de cuenta que no sabía lo que me pasaba). Es que hay cosas que a veces asustan, y esta es una de ellas; porque, si bien asusta, estoy sonriendo mientras escribo, y veo tus ojos en mi cabeza, como diciéndome "basta Pau, ya sabemos lo que pasa". Y lo sabemos; por lo menos vos y yo.  Y es que en sólo un mes y medio despertaste cosas que creí que ya no estaban adentro mío. ¿Qué es esto de pensarte cada vez que me despierto, y no querer irme a dormir sin saber cómo fue tu día? ¿Por qué miro el teléfono esperando ver tu nombre, y hasta le cuento a mis amigas de vos? Y vuelvo a leer tus mensajes, como si eso me hiciera sentir que estás más cerca, o que falta menos para volverte a ver.  Y te culpo a vos de todo, obviamente. Te culpo a vos y a tus ojos oscuros, que me miran fijo pero con ternura cuando cuent...

Auch

Tus ojos de frente diciéndome que no, que "ya está", que "no funciona"; mis ojos rojos de tanto llorar, mis "por favor", "intentemos una vez más". No paro de pensar, y se me parte el corazón. Sé que muchas veces intentamos, sé que muchas más volvimos a caer... sé que me perdonaste, y sé todo lo que perdoné. Sé también cuánto nos queremos, pero "a veces no alcanza sólo con querer", dijiste; y me dolió. Pero quizás tengas razón. Por momentos me desespero y tiemblo de miedo, solamente con la idea de que estemos lejos; no imagino nada si no es con vos, ¡ni siquiera pensé alguna vez en tener que estar sin vos! Por otros entiendo, y puedo pensar; sé que es lo mejor, sé que esto te estaba haciendo mal. Sé que tengo que darte espacio, y tiempo (pero cómo duele).  Me duele el orgullo, me duele el alma, de saber que te lastimé sin querer. Que fui dura cuando no debía, que te juzgué; que no te escuché, que no te cuidé. No me voy a perdonar, n...

Nace el tan temido "¿qué dirán?"

Nos da miedo a empezar de nuevo; nos da miedo acelerarnos, apurarnos con algo, hacerlo antes de tiempo.  Mejor espero un poco; para decirle que me gusta, para saludarlo/a con un beso, para darle la mano... "¡No, calmate! Todavía no se lo digas". Y así se nos pasa el tiempo, los días, las semanas, esperando el "momento correcto" para decirle a ese alguien lo que nos pasa, lo que nos provoca mirarlo fijo a los ojos; para confesarle la sonrisa inmediata que nos produce ver su nombre al lado de las notificaciones del whatsapp, y los nervios que nos da contestarle, queriendo ser simpáticos, pero sin hablarle demasiado rápido para que no piense que estamos 'desesperados'. "Mejor espero un poco, en cinco minutos le contesto..." "mejor le hablo medio cortante, para que no vea que me vuelve loca, para que no piense que estoy exagerando." ¿Quién dice cuánto hay que esperar para todo esto? ¿Dónde está escrito? Si la verdad absoluta no existe. ...

En un café se vieron por casualidad

Dicen que los opuestos se atraen. Y claramente este es uno de esos casos. En el momento en que creí que me caía y no iba a volver a levantarme, la persona menos esperada me tendió la mano y me hizo ver que (quizás) no todo estaba perdido. Las cosas terminan, las promesas se rompen, las personas se van; y siempre quedás vos solo con tu cabeza, y tenés que volver a empezar, arreglar ese corazón roto (otra vez), y seguir; ¿por qué? Porque, lamento decirte, la vida es así.  Me invitó a tomar algo a la salida del trabajo, me pasó a buscar, y caminamos unas cuadras hasta un bar en una esquina bastante olvidada. No se veía como siempre, con la camisa blanca impecable y la bandeja llena de pedidos por entregar; esta vez era realmente él el que estaba ahí:con sus piercings, que son bastantes, su pelo no tan arreglado, un cigarrillo en la mano, y absolutamente todo vestido de negro. Pero su sonrisa y sus gestos amables seguían ahí.  Pedimos una cerveza (era rarísimo que la chica del l...

Café

No puedo estudiar, porque no puedo parar de pensar.  Una semana de corazón roto, de lágrimas y estrés. Estudiar, trabajar, responsabilidades, cuentas que pagar, "no llego a fin de mes", bla, bla, bla (todo esto aguantando el nudo en la garganta que me da pensar en todo esto, obvio).  Entre todo ese desastre, decidí contar hasta 20 (mil) y pedir un café. Que esperen los pedidos, que esperen los relojes nuevos a que los ponga en la vidriera más tarde. Necesitaba parar.  Abrió la puerta del local el mismo chico de siempre, a quien nunca registré, más que con un saludo de "hola" y "chau"; saqué la billetera. -¿Cuánto te debo? -22 - me dijo - como siempre.  -¿Me darías... -Edulcorante, jaja - rió - como siempre - y se fue.  No noté mi indiferencia hasta dentro de unos 20 minutos, cuando "el chico del café" (que siempre me llama por mi nombre, y yo jamás se lo pregunté siquiera) volvió a entrar a la joyería, esta vez con la bandeja vacía.  -¿Q...

Vómito de pensamientos

Por momentos me saca mil sonrisas, como si nunca hubiera pasado nada; nos besamos como si siempre hubiese sido igual.  Pero otras veces (muchas otras veces) no puedo pensar en otra cosa que no sea en el dolor que me causó esa charla; ese mensaje en su celular; la foto de ella, que supuestamente estaba en el pasado, como todo lo demás. O quizás lo que más dolió fue que lo negara. Que me negara en la cara algo que yo ya sabía (y que él no sabía que sabía, jaja). ¿Tengo que seguir confiando? ¿Tengo que tirar un año y medio a la basura? ¿Me contó realmente todo, o hay cosas que sigo sin saber? Estas son las cosas que te dejan titubeando; que te hacen perderte en el laberinto de la vida, y te endurecen el corazón un poco más. ¿Será que cada persona deja literalmente hablando, una marca en el corazón, una marca de esas que duelen, y que nunca se van del todo? ¿Será que se aprende solamente a los golpes? Sé que nadie encuentra su camino sin haberse perdido antes varias veces, sin ha...

Un volcán estalla cada tanto en mí

Corrí a la cama y lloré mares. Así, de una, sin filtro, porque así fue como pasó. Conecté los auriculares al celular, y dejé que el aleatorio se encargue del resto. Ahí sonó Coldplay, mi comodín, como si Spotify supiera lo que necesitaba escuchar. Se acercó mi perro, como siempre que me escucha llorar, y simplemente se acostó conmigo, espalda con espalda (tengo el mejor perro del mundo).  Mi mamá abrió la puerta, y dejó en mi mesa de luz un plato con la cena. Ni se enteró de las lágrimas. No las vio. Y no la culpo, si nadie las ve, tampoco tiene por qué verlas ella. El velador prendido y ahora Ed Sheeran sonando en mis oídos, la comida ya fría, mi perro ya dormido... y yo sigo llorando, tanto que no respiro bien; tanto que me duelen los suspiros; tanto que quiero gritar muy fuerte. Después de muchas canciones que pasaron, ya las lágrimas en la cara dejaban de caer y caer. Las sequé con un pañuelo, gasté casi un rollo entero de servilletas. Bajé un poco el volumen de la música, y...