Un volcán estalla cada tanto en mí
Corrí a la cama y lloré mares. Así, de una, sin filtro, porque así fue como pasó. Conecté los auriculares al celular, y dejé que el aleatorio se encargue del resto. Ahí sonó Coldplay, mi comodín, como si Spotify supiera lo que necesitaba escuchar. Se acercó mi perro, como siempre que me escucha llorar, y simplemente se acostó conmigo, espalda con espalda (tengo el mejor perro del mundo).
Mi mamá abrió la puerta, y dejó en mi mesa de luz un plato con la cena. Ni se enteró de las lágrimas. No las vio. Y no la culpo, si nadie las ve, tampoco tiene por qué verlas ella.
El velador prendido y ahora Ed Sheeran sonando en mis oídos, la comida ya fría, mi perro ya dormido... y yo sigo llorando, tanto que no respiro bien; tanto que me duelen los suspiros; tanto que quiero gritar muy fuerte.
Después de muchas canciones que pasaron, ya las lágrimas en la cara dejaban de caer y caer. Las sequé con un pañuelo, gasté casi un rollo entero de servilletas. Bajé un poco el volumen de la música, y acaricié a mi perro mientras se estiraba y suspiraba, super dormido. Me saqué los restos de maquillaje con algodón y crema, me até el pelo con un rodete desordenado pero, qué me importa el desorden, si mi cabeza está peor.
Me saqué los jeans, las zapatillas, y me puse el pijama. Entró mi mamá, esta vez notando lo que pasaba. No dijo nada, simplemente me abrazó y lloró conmigo, con suspiros fuertes, y el maquillaje todo corrido. Sabía lo que pasaba, no hacía falta decirle nada.
"Comé que se enfría, hermosa"- y se fue. Con eso alcanzó para revivir. Y sentarme a escribir mi tristeza.
Te extraño, pa.
Mi mamá abrió la puerta, y dejó en mi mesa de luz un plato con la cena. Ni se enteró de las lágrimas. No las vio. Y no la culpo, si nadie las ve, tampoco tiene por qué verlas ella.
El velador prendido y ahora Ed Sheeran sonando en mis oídos, la comida ya fría, mi perro ya dormido... y yo sigo llorando, tanto que no respiro bien; tanto que me duelen los suspiros; tanto que quiero gritar muy fuerte.
Después de muchas canciones que pasaron, ya las lágrimas en la cara dejaban de caer y caer. Las sequé con un pañuelo, gasté casi un rollo entero de servilletas. Bajé un poco el volumen de la música, y acaricié a mi perro mientras se estiraba y suspiraba, super dormido. Me saqué los restos de maquillaje con algodón y crema, me até el pelo con un rodete desordenado pero, qué me importa el desorden, si mi cabeza está peor.
Me saqué los jeans, las zapatillas, y me puse el pijama. Entró mi mamá, esta vez notando lo que pasaba. No dijo nada, simplemente me abrazó y lloró conmigo, con suspiros fuertes, y el maquillaje todo corrido. Sabía lo que pasaba, no hacía falta decirle nada.
"Comé que se enfría, hermosa"- y se fue. Con eso alcanzó para revivir. Y sentarme a escribir mi tristeza.
Te extraño, pa.
Comentarios
Publicar un comentario